Todos estamos solos
2025-11-10
Aquí la vida es tranquila, pero muy pobre. Por eso a veces la calle es muy ruidosa y abunda la violencia, más que antes. Se vive tan cerca de los demás, que también se vive con el estrés del otro, con el hambre del otro, con la frustración del otro. Pero siempre hay un momento de alegría o de sosiego. Me refiero principalmente a las mañanas con poco tránsito, a los crepúsculos en las azoteas, a las madrugadas silenciosas. Entonces se vive la tranquilidad del otro, su descanso y su sueño. Porque también se puede soñar lo mismo que el otro a tal hora de la noche, se comparte la nostalgia y la esperanza en cualquier momento, y eso sosiega al menos la crudeza de las cosas que nos rodean, del horror, la suciedad y lo feo. Vivir tales instantes parece una virtud —no todos lo alcanzan—, pero es tan sencillo como mirar al vecino, sin prejuicios, y ver en él la continuidad de ti mismo. Porque en una isla todos estamos solos y nada más nos une.
Regresa al inicio