Los tres detenimientos
2025-07-06
Primero, usted detiene en seco su marcha. Esto ofrece la oportunidad de ver que, mientras usted no se mueve, a su alrededor se desplazan innumerables criaturas, se cierran o se abren puertas y ventanas, y hasta un pañuelo puede que se deslice por el aire. Luego, usted detiene estas observaciones de su entorno. No renunciará a la posibilidad de que el mundo se mueve efectivamente, pero será cierto que usted no podrá reconocerlo, y solo en su cabeza se agitarán ideas acerca del desplazamiento de los cuerpos sobre un espacio al que, sin embargo, no le halla perturbación alguna. Por último, se detendrá su mente: no percibirá su existencia ni el rastro perpetrado ni la llovizna de ideas peregrinas en torno a la transmutación de las cosas. Ni siquiera advertirá tal detenimiento. Nada más se convertirá en un objeto, en un personaje de un cuento escrito en alguna parte.
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